Exige damnificada que no los traten como limosneros

Redacción
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Vista de su vivienda después del Otis

*Lo perdimos todo, señala con desesperación, Jacqueline

*Las historias de pérdida total y falta de ayuda se repiten a lo largo de las filas, sostiene

*Los enseres nos pertenecen porque el presidente dijo que el apoyo sería para todos, recalca

/Verónica CASTREJÓN ROMÁN

Acapulco; Guerrero, 12 de febrero de 2024.- Jaqueline Padilla Hernández es una joven madre de familia que perdió todo en su casa: Desde paredes,  techo y muebles  hasta la ropa y las mochilas de sus hijos, cargaditas de libros; sus implementos de trabajo, su mercancía. Todo.


Y todo, implica también, el taxi con el que su esposo trabajaba y que acaban de reparar, gracias a un crédito bancario “porque necesitamos trabajar”, apura.

Sus cosas  se deshicieron entre el agua y el viento del huracán Otis, esa fuerza terrible que como flechas, clavaba láminas destrozadas en el techo de su casa que al final, desapareció, lo mismo que su hogar y, ahora, sus esperanzas de recuperar aunque sea el refrigerador, la estufa y el colchón que forman parte del paquete de enseres que, como a miles, les debe aún el gobierno federal.


“Nos tratan como a limosneros”, dice con la voz cargadita de congoja.

Ella y unas 500 personas más, eran parte de la fila que durante más de 7 días rodeó al parque Papagayo en espera de la ayuda que sigue siendo una promesa de la autoridad.

Ayer en la tarde, un militar de no sabe qué rango, “pero de alto mando”, les fue a pedir secamente que se retiraran del lugar, que porque ahí ya no podían estar.


“Y la verdad, nos metió miedo, porque empezaron a decir que ´algo malo podía pasar¨, que porque ya estábamos todos alterados. Y luego pasó un chavo acelerando el motor y con la moto a toda velocidad”, narra con ese tono que adquiere la anécdota cuando en verdad, hay resignación más que temor.

La tarde del sábado 10 de febrero participó en el bloqueo a la altura del parque Papagayo; “pero no somos de pleito, solo exigimos lo que es nuestro; pero pues a ver, ya al otro día en la mañana decidimos mi esposo y yo retirarnos con nuestros hijos”, dos adolescentes que por ahora se refugian junto con sus padres en pedazos de lo que fue su casa en donde a falta del aparato para conservar los alimentos, piden a los vecinos de favor “que me guarde por este día el litro de leche o lo que vanos a comer; pero, pues, después de tanto tiempo ya da pena porque se la pasa uno molestando a la gente”, dice doña Jacqueline.

Jacqueline es licenciada en Educación Preescolar, pero se dedica a la venta de topa y bisutería; fue entrevistada el sábado pasado durante el bloqueo que realizaron frente al parque Papagayo para que no  reinstalaran su punto de entrega, pues ya llevaban en ese sitio de diez, los más y a cuatro días, los menos, velando y malpasándose para recibir sus enseres y cambiarlos de lugar, significaba volver a empezar.

“Así vivimos la desilusión y desolación la noche de ayer domingo 11 de febrero de este 2024 cuando decidimos por cuestión de salud y seguridad, pasar a retirarnos aproximadamente 23 horas quedando 50 familias de  la colonia centro, Barrios históricos, y colonias aledañas al mismo”

Los de la Guardia Nacional hicieron como que los atendían y esa tarde, para deshacer el bloqueo, les firmaron sus cintillos para que confiados se retiraran. Y no pasó nada. El lunes en la noche volvieron a bloquear y fue cuando ellos decidieron mejor, dejar las cosas por la paz y esperar a ver si se les vuelve a dar una oportunidad.

“Nosotros fuimos ahí porque la militar mencionó en la lista nuestro barrio, el Centro y los Barrios Históricos de la Ciudad, por eso estábamos ahí, no porque quisiéramos molestar”, dijo la damnificada quien se siente ofendida porque la gente al pasar les grita groserías sin conocer las historias de cada quien en la fila, “porque son historias que se repiten, solo es cuestión de saber escuchar”, reclamó.

Y se siente ofendida también, por el trato que les dan las autoridades; que dicen una cosa y hacen otra y los traen para arriba y para abajo como si fueran  limosneros, “cuando es una ayuda que el presidente dijo que sería para todos”, puntualiza.

Dice que decidieron dejarlo para después, porque están muy cansados y desvelados,; pero buscarán en la Plaza de Toros o en el zócalo, o a ver en dónde atenderán a los que como ella, tienen cintillo y están a la espera de sus enseres.

“Luego contó su vivencia: “Vivimos en el centro, en una vivienda humilde de paredes de palo y techo de lámina galvanizada. La  noche del huracán, en su humilde casa, vivimos una noche de terror; el viento feroz, la tierra temblaba; se escuchaban los gritos de auxilio lejanos y cercanos cuando nuestra casa se deshacía delante de nuestros ojos, porque lo primero que salió volando fue el techo y lo demás… todo… todo… todo se perdió”.

Más que con palabras, dijo con llanto en la voz.


“La madrugada de Otis mi familia y yo quedamos en shock; no podíamos creer lo sucedido 😭 ni mucho menos imaginábamos el desastre natural😵‍💫 mi refrigerador destrozado, mi techo volado, mis paredes de madera colapsaron, las paredes que se aprecian en mi video son del vecino”.

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