*Lo perdimos todo, señala con desesperación, Jacqueline
*Las historias de pérdida total y falta de ayuda se repiten a lo largo
de las filas, sostiene
*Los enseres nos pertenecen porque el presidente dijo que el apoyo
sería para todos, recalca
/Verónica CASTREJÓN ROMÁN
Acapulco; Guerrero, 12 de febrero de 2024.-
Sus cosas se deshicieron entre el agua y el viento del
huracán Otis, esa fuerza terrible que como flechas, clavaba láminas destrozadas
en el techo de su casa que al final, desapareció, lo mismo que su hogar y, ahora,
sus esperanzas de recuperar aunque sea el refrigerador, la estufa y el colchón
que forman parte del paquete de enseres que, como a miles, les debe aún el
gobierno federal.
Ella y unas 500 personas más, eran
parte de la fila que durante más de 7 días rodeó al parque Papagayo en espera
de la ayuda que sigue siendo una promesa de la autoridad.
Ayer en la tarde, un militar de no
sabe qué rango, “pero de alto mando”, les fue a pedir secamente que se
retiraran del lugar, que porque ahí ya no podían estar.
“Así vivimos la desilusión y
desolación la noche de ayer domingo 11 de febrero de este 2024 cuando decidimos
por cuestión de salud y seguridad, pasar a retirarnos aproximadamente 23 horas
quedando 50 familias de la colonia
centro, Barrios históricos, y colonias aledañas al mismo”
Los de la Guardia Nacional hicieron como que los atendían y esa tarde, para deshacer el bloqueo, les firmaron sus cintillos para que confiados se retiraran. Y no pasó nada. El lunes en la noche volvieron a bloquear y fue cuando ellos decidieron mejor, dejar las cosas por la paz y esperar a ver si se les vuelve a dar una oportunidad.
“Nosotros fuimos ahí porque la
militar mencionó en la lista nuestro barrio, el Centro y los Barrios Históricos
de la Ciudad, por eso estábamos ahí, no porque quisiéramos molestar”, dijo la
damnificada quien se siente ofendida porque la gente al pasar les grita
groserías sin conocer las historias de cada quien en la fila, “porque son
historias que se repiten, solo es cuestión de saber escuchar”, reclamó.
Y se siente ofendida también, por el trato que les dan las autoridades; que dicen una cosa y hacen otra y los traen para arriba y para abajo como si fueran limosneros, “cuando es una ayuda que el presidente dijo que sería para todos”, puntualiza.
Dice que decidieron dejarlo para
después, porque están muy cansados y desvelados,; pero buscarán en la Plaza de
Toros o en el zócalo, o a ver en dónde atenderán a los que como ella, tienen
cintillo y están a la espera de sus enseres.
“Luego contó su vivencia: “Vivimos
en el centro, en una vivienda humilde de paredes de palo y techo de lámina
galvanizada. La noche del huracán, en su
humilde casa, vivimos una noche de terror; el viento feroz, la tierra temblaba;
se escuchaban los gritos de auxilio lejanos y cercanos cuando nuestra casa se
deshacía delante de nuestros ojos, porque lo primero que salió volando fue el
techo y lo demás… todo… todo… todo se perdió”.
Más que con palabras, dijo con
llanto en la voz.