*Se lanzó la propuesta para que el decano del periodismo sea nombrado Cronista de la Ciudad
*Aún no se tiene respuesta de las autoridades responsables
Acapulco; Guerrero, 3 de marzo de 2024.- El pasado 4 de febrero del año en curso, en el marco del XVII Festival Internacional La nao Acapulco, organizada por el Ayuntamiento, tuve el honor de presentar el libro “Acapulco en una Canción” del decano del periodismo en Guerrero, Anituy Rebolledo Ayerdi.
Ahí, delante de autoridades municipales, propuse que Anituy fuera
nombrado Cronista de la Ciudad, pues nadie como él tiene el talento, el trabajo
y la trayectoria para serlo.
Espero que la propuesta, que fue acogida con aplausos por el
público presente, encuentre tierra fértil en las autoridades responsables de
hacer las gestiones necesarias para ese cometido, Acapulco lo merece y Anituy,
también.
Aquí les entrego los comentarios al libro “Acapulco en una
canción” de Anituy Rebolledo Ayerdi, Cronista de la Ciudad de manera latente.
/Verónica CASTREJÓN ROMÁN
Anituy es un coleccionista de historias, sí; un gambusino de recuerdos, un forjador de lo perenne, porque con las anécdotas y vivencias que dibuja con lenguaje magistral, propicia que nada acabe; que las épocas, los olores, los colores, los sabores y sinsabores de este hermoso puerto, pervivan en nuestras mentes y en nuestros corazones como en este libro, con las notas vibrantes de tal o cual canción.
Es un
provocador.
Sí, es un
provocador de sonrisas y de llanto y de nostalgias.
Así, el decano del periodismo en Guerrero, arranca su libro, “Acapulco
en una canción”, con el relato sobre un himno que muchos y muchas, como yo,
entonábamos de niños en la escuela a todo pulmón. Las estrofas de la Marcha
Acapulco se engarruñaban en las gargantas infantiles emocionadas por las
imágenes que dibuja la canción de quien, ahora sabemos, gracias a Anituy, se
llamaba Walter Luckhaus Escudero y fue
primo del mártir acapulqueño, Juan R. Escudero.
Acapulco, con tu azul y radiante mar
Son tus playas emblema de un hermoso
ensueño tropical
Con tus palmas y tu cielo quiero
soñar
quien te ha visto, jamás te podrá
olvidar
Y sí, jamás se podrá olvidar y menos si su recuerdo es cadencia musical rescatada de la memoria colectiva.
Con su chispa picaresca, el autor de
“Acapulco en una canción”, nos narra el tropezado encuentro de Agustín Lara con
María Félix en el Ciro´s de la Ciudad de México. Romance que inició con el
envío de unas Camelias y el regalo de un piano blanco a la diva, para terminar
agridulcemente con uno de los más perennes obsequios: el vals María Bonita que
llevó al nombre de este pedacito de costa por todo el mundo y que La Doña
proclamó como homenaje a ella, inspirada al flaco de oro durante su luna de
miel en un bungalow del Hotel Papagayo.
Jocoso, con ese carácter costeño siempre al borde del comentario chusco, Anituy Rebolledo narra cómo, el cuarteto de los Hermanos Arizmendi “cantando en acapulqueño”, hicieron bailar “La iguana” a japoneses y japonesas durante sus triunfales temporadas artísticas por aquel lejano país.
Y nos comenta que Lucio Azimendi compuso un huapango para cantarle a Acapulco, ritmo con el que el periodista, poeta y escritor, Rubén H. Luz Castillo, también le cantó a este puerto, como fuente de su inspiración.
Pero Anituy no solo rinde tributo a Acapulco con este libro, pues no se olvida de personajes locales que contribuyeron a la historia musical de este trozo de sur, como fueron los trovadores que con maestría y bien afinadas voces entonaron el nombre de Acapulco envuelto en entresijos románticos que cantaban en fiestas y en reuniones fraternas; como don Toño Clavel, popular en el barrio de La Guinea, quien interpretaba “Romance en el Palmar” , autoría de un carpintero al que llamaban El Chunco, cuyo sueño fue crear una red cultural entre los barrios del puerto. ¡Un soñador más!
Maestro de la crónica y poseedor de envidiable léxico, nuestro amigo -porque aquí todos somos amigos de Anituy, seguramente-, nuestro amigo relata con sin igual finura, el escarceo amoroso que el entonces presidente de México, José López Portillo, protagonizó con quien fuera su secretaria de Turismo, Rosa Luz Alegría, el día de la inauguración de una fuente marina que se levantó sobre El Morro. Ceremonia que fue matizada por las notas de “Acapulco”, una canción que Armando Manzanero compuso para esa ocasión.
Así nos narra la anécdota el cronista oriundo de San Jerónimo, con esa, su picardía costeña:
“Aquel poderoso chisguete se proyectaba como nuevo y moderno símbolo del puerto, inspirado, se dijo, en la afamada potencia sexual del mandatario de la nación”.
Y no les cuento más -para que lo disfruten después, al leerlo-, de cómo describe Anituy, el momento en el que el defensor del peso como un perro, le agarraba las pompis a la funcionaria federal de vez en cuando y sin ninguna precaución, mientras que él, en esos momentos reportero del Trópico, registraba la acción.
En “Acapulco en una Canción”, Anituy se nos revela como cantante del trío Los Costeñitos, formado gracias a un pacto entre su maestra y Tadeo Arredondo, entonces un niñito de 4º año de primaria. Uniformados de blanco, con pantalón y guayabera y un pañuelo rojo atado al cuello, los tres muchachillos, alumnos de la Escuela Ignacio M. Altamirano, ganaron el primer lugar en el concurso de canto y se convirtieron en “ajonjolí de todos los moles festivaleros de la institución”, como anota el maestro.
Los ritmos con los que se ha cantado y se canta el nombre de Acapulco, van, nos precisa, del vals y el bolero, ¡hasta la ópera!, pasando por la samba, la chilena, el corrido, la música tropical, el huapango, el bambuco, el electropop, y hasta la música de protesta, como “Pobre de mi patria chica”, de su compadre, Tadeo Arredondo que popularizara Amparo Ochoa con el título de “La mano y el pie”, así como “La leyenda del pescador”, lamento bambuquero en el que don Tadeo, relata la tragedia de un pescador que se pierde en el mar y su amada lo busca para no regresar jamás.
Acapulco, como podemos ver a lo largo del libro, ha sido inspiración de hombres y mujeres que le cantaron al amor o al despecho, animados por el embrujo del calor y la belleza esplendorosa del paisaje costeño, tales como Agustín Ramírez y Agustín Lara, además de María Grever, Alfredo Núñez de Borbón, Frank Sinatra, Ringo Star, Bob Dylan, Juan Gabriel, Rigo Tovar, Martín Urieta, Joan Sebastian, el tenor Luis Mariano, Raphael, el divo de Linares; Elvis Presley, Neil Diamond, Luis Miguel, Carlos Santana, Ricchi y Poveri, The Real Group, un quinteto sueco que le cantó a Acapulco a capella; el grupo Fase, Leo Dan, Betty Grable, los Monkees, Herb Alpert, Phil Collins, Ramón Ayala, Danna Paola, Los Apson, Engelbert Humperdink, el conjunto Acapulco Tropical, Manolo Muñoz, Tin Tan y muchos más que forman parte de este compendio seleccionado por Anituy.
Hay películas que llevan el nombre de alguna melodía dedicada a Acapulco, como “Buenos días Acapulco”, protagonizada por Viruta y Capulina o, en “Hotel de Verano”, en la que se escucha en off con la voz de Amparo Montes, “Entre hamacas”, de la compositora neoleonesa María Alma; pero Acapulco también aparece en telenovelas, como la protagonizada por Paty Manterola, “Acapulco, cuerpo y alma”, en donde la ex integrante de Garibaldi canta la canción del mismo título.
Quiero destacar la belleza de dos mujeres que inspiraron, a mi juico las dos más hermosas canciones inspiradas por Acapulco: María Felix, La Doña; y Minerva Anderson Espino. Ambas, con sus atributos físicos y personales provocaron las más bellas estrofas que le cantan a esta tierra suriana, que hoy renace de entre las cenizas en que la dejó el huracán: “María Bonita” de Agustín Lara y “Acapulqueña” de Agustín Ramírez, nos las retratan, y su homenaje está grabado con huella indeleble en la historia de Acapulco.
Todo eso y más está aquí, en este libro, en “Acapulco en una canción”, de Anituy Rebolledo, que debería ya, ser nombrado oficialmente por la autoridad municipal, Cronista de la Ciudad, porque Anituy es un coleccionista de historias, un gambusino de recuerdos y un forjador de lo perenne.
Y para mí, es mi amigo como lo fue de mi padre con quien realizó un exitoso programa de radio, y a quien me acompañó a despedir el día en que lo llevamos a su última morada.
Desde el fondo de mi corazón, gracias, muchas gracias, Anituy.
Y a ustedes, los invito de veras, a no perderse esta lectura, amena y muy importante para la memoria histórica de nuestro Acapulco.
¡Muchas felicidades, Anituy!
Tu amiga, Verónica Castrejón
Acapulco, Guerrero, 4 de febrero de
2024.