Yo, ciudadano
/GUSTAVO MARTÍNEZ CASTELLANOS
En estos días recorrió una barcaza la antigua ruta náutica que tiene como cabos Puerto Marqués y el malecón de la bahía de Acapulco.
Esta barcaza transportará pasajeros locales y turistas,
seguramente los que suelen llegar por avión o los que gustan visitar Puerto
Marqués y están hospedados en la bahía de Acapulco.
Independientemente de los usos recreativos la principal tarea
de este puente náutico es la de eludir las tres rutas terrestres que unen ambos
puntos: por la avenida Escénica, por el túnel y por Cayaco.
La consigna de evitar estos caminos se debe a que, a decir de
las autoridades, los tres se encuentran saturados.
Sin embargo, ninguna autoridad ha presentado un estudio
técnico al respecto y tampoco ha presentado un estudio que exponga las ventajas
de este nuevo transporte náutico con referencia a sus costos, incluidos los
costos ecológicos y los de vidas humanas en caso de un naufragio.
El estudio técnico sobre la movilidad terrestre en el tramo
Puerto Marqués - Malecón, es muy necesario.
Su importancia radica en el hecho de que las tres rutas
citadas abarcan casi el ochenta por ciento de la red de caminos dentro de la
ciudad, es decir, la infraestructura que mantiene dinámico el tránsito en la
zona eminentemente urbana: desde el malecón por toda la costera Miguel Alemán;
desde el malecón por toda la avenida Cuauhtémoc en su extensión por Ranulfo
Escudero y desde Cuauhtémoc y su entronque con la carretera México - Acapulco
en los tramos Garita - Las cruces y de Las cruces todo Lázaro Cárdenas - Cayaco y de ahí hasta
la glorieta de Puerto Marqués.
Casi nada.
Este circuito que desde los tiempos de la Nao de Filipinas
(Fuerte de San Diego - Cuauhtémoc - Carretera México - Acapulco) ha ido
creciendo desmesuradamente y se ha ido complicando a lo largo de la historia de
este destino de playa. Declararlo obsoleto para la movilidad local es casi casi
como rendir las armas de la ciudad en la lucha por el alcance de eficiencia y
de la eficacia de la misma: la ciudad no funciona.
¿Cuál es la solución que han expuesto las autoridades?
Desahuciarla y erigir un transporte alterno: un ferry.
Desahuciar esa red es aceptar que los vicios de las
autoridades y de los malos ciudadanos han sentado sus reales en este balneario.
Vicios tales como el desorden en los concesionarios del
transporte público que han sembrado la anarquía en la ciudad.
Vicios tales como la voraz proliferación de comerciantes
ambulantes que ponen sus puestos y tenderetes en banquetas obstruyendo la
circulación peatonal y la circulación vehicular.
Vicios tales como la multiplicación de sitios de taxis, de
"peseras" y de "rutas alimentadoras" que se adueñan de
tramos de las vías más importantes para usarlos como "paraderos".
Vicios tales como la falta de pericia y de conciencia
ciudadana en conductores que transitan en sus vehículos sin respetar en
reglamento de tránsito y dejando sus automóviles estacionados por doquier.
Vicios tales como los que practican muchos talleres mecánicos
que usan la vía pública como corralón o encierro y bodega de autos en
reparación.
Vicios tales como la galopante corrupción del departamento de
Tránsito o de Movilidad que por una módica cantidad de dinero permite todo tipo
de excesos a los conductores y a los transportistas.
Y vicios tales como los de las autoridades del municipio que
mantienen destrozadas y sin bachear las calles, además de no dotarlas de la señalética
adecuada, incluida la debida semaforización.
La ciudad en ese enorme tramo de su territorio cubierto por
esa red de antiquísimas vías es un completo desastre. Un auténtico caos.
Una anarquía sin precedentes que ninguna autoridad ha querido
enfrentar y abatir para imponer el orden.
Antes bien, es lógico que cada gobierno municipal alimenta
ese desorden cada vez que recibe cohechos y dádivas o "mordidas" de
esos ciudadanos y de esas agrupaciones corruptos que sólo buscan hacer dinero
sin ver por el daño que ocasionan a sus conciudadanos y a su ciudad.
Bueno, como si de esconder la basura bajo la alfombra se
tratara, las autoridades correspondientes han decidido solucionar el terrible
problema de movilidad que Acapulco padece con un remedio casi milagroso: poner
un ferry.
Aun cuando este paliativo resulta ser patético, el entusiasmo
y el júbilo con que miles de acapulqueños han festejado la noticia de la
implantación de ferry es más patética aún porque no alcanzan a entender que esa
ridícula solución encubre la aceptación de las autoridades al hecho de que la
ciudad se encuentra colapsada y que no hay gobierno alguno que quiera
rescatarla de esa postración.
Cuando el ferry sea también insuficiente y finalmente también
colapse, ¿qué seguirá? ¿poner trasporte aéreo?
Piénsenlo.
Nos leemos en la crónica.
Acapulco; Guerrero, a 22 de agosto de 2025