Yo, ciudadano.
/Gustavo Martínez Castellanos
Hace unos días la presidenta Sheinbaum declaró con cierto entusiasmo que en MORENA la ruptura está descartada. "Hay desacuerdos, contraposiciones y desencuentros como en la vida de todo instituto político en el mundo que se rija por reglas de la democracia. Pero ruptura, no ".
Y, parece ser que, en efecto, ningún actor político de peso
en MORENA sería capaz de darse un tiro en el pie abandonando ese partido para
emigrar a otro. Ninguno.
MORENA, como marca, se ha consolidado bien y ahora resulta
muy rentable.
Sin embargo, hay una ruptura en la que la presidenta parece
no querer prestar atención. Esa ruptura es la que el electorado puede llevar a
cabo al abandonar a MORENA en los comicios.
Si bien la marca MORENA está firme, no se debe olvidar que
detrás de ella se encuentra otra marca: Andrés Manuel López Obrador, quien por
sí mismo es un producto aún más consolidado, políticamente hablando, que
MORENA.
Y esta marca, AMLO, continúa emitiendo su profundo y poderoso
discurso aún sin abrir la boca, porque lo hace a través de su otra marca,
MORENA, y la presencia de esta en la vida cotidiana nacional, aun cuando
tampoco pronuncie ese discurso.
El discurso es éste: "Primero, los pobres", y de él
se deriva el resto del discurso de AMLO: "no mentir, no robar, no
traicionar, no a la corrupción" y, quizá, el más recurrente en estos días:
"Vivir en la justa medianía".
Ese discurso, que debió haberse vuelto doctrina en MORENA,
mantiene en pie de lucha al pueblo que ha votado por MORENA en los últimos
comicios del 2018 a la fecha.
Y es tan poderoso ese discurso que para el pueblo significa
un decálogo, casi casi sagrado, algo así como si AMLO hubiera bajado del monte
Sinaí con él impreso en perennes tablillas.
Sin embargo, la alta clase política morenista, como el pueblo
de Israel de aquel entonces, parece haber preferido continuar adorando al
becerro de oro.
No será AMLO ni Sheinbaum, ni MORENA, quienes castiguen a
esas élites morenistas por su liviandad (sí, también en el sentido bíblico),
será el único Dios, el pueblo, quien les cobre esa afrenta en los comicios.
Los más sonados casos que alimentan la ira del pueblo contra
esa oscura casta hoy día son los de dos senadores: un tabasqueño y una
oaxaqueña, que, para colmo, sólo es suplente.
Trataré este tema en otras entregas.
Nos leemos en la crónica.
Acapulco; Guerrero, a 13 de agosto de 2025