Yo, ciudadano
Gustavo Martínez Castellanos
En medio de una tormenta política de dimensiones similares a
las de Otis, la alcaldesa de Acapulco llega a su cuarto informe de gobierno (el
primero, de su segundo mandato) aún con la espada de Damocles sobre su cabeza
ya que aún le falta librar el juicio político que le ha sido promovido por un exregidor
acapulqueño.
Ya libró la acusación de desvío de fondos que le había
promovido la Auditoria Superior del Estado de Guerrero (ASE) pues el Tribunal
Superior de Justicia de la federación determinó que la ASE no tiene facultad
directa para auditar recursos públicos de procedencia federal. Esta
determinación, sin embargo, devino del TSJF bajo el mando de Norma Piña y como
bien es sabido, a la alcaldesa le gusta sobornar jueces y Piña no se
caracteriza por su honradez, por esa razón aún tenemos que esperar si el nuevo
TSJF va a hacer algo al respecto.
Dicha historia no cuenta un acto transparente y a la luz, de
hecho, tiene aspectos casi íntimos en el sentido de que en ella influye de
forma determinante la personalidad del exmandatario y por esa razón hay que
hacer observaciones que a fin de cuentas sólo nos permiten especular para poder
armar todo el caso con cierta lógica.
El 24 de octubre de 2023 un poderoso huracán azotó y devastó
Acapulco. Ante la magnitud de las pérdidas el gobierno federal hizo una
aportación de casi 900 millones de pesos para obras de reconstrucción.
MORENA tenía varias “corcholatas” o candidatos para enfrentar
dichos comicios, pero sólo dos de ellos tenían la posibilidad de ganar ante una
alianza opositora que, de la mano de poderosos empresarios, había echado la
casa por la ventana en materia publicitaria para construir la imagen de su
futuro representante pues también había muchos nombres en su lista de
candidatos a representarlos.
Es en ese periodo, el que comprende la designación de
candidatos, que ocurre Otis y se da un movimiento extraño en el tablero
político: Marcelo Ebrard, antiguo jefe de gobierno de la ciudad de México y aun
secretario de Relaciones exteriores del gobierno de AMLO se lanza al ruedo y,
al ver que las encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum en las filas de MORENA
se separa de ese partido y busca representar a la oposición, en bloque o con un
solo partido.
Hubo muchos movimientos al interior del PRI, al interior del
PAN, al interior del PRIAN, al interior del PRD e incluso, al interior de
Movimiento Ciudadano, pues tener como candidato a Ebrard garantizaba una
victoria más fácil que aquella que exigía el trabajo por armar a un candidato
nuevo, aunque extraído de las filas de cualquiera de esos partidos.
Sin embargo, ninguno de esos institutos políticos mordió el
anzuelo porque todos concluyeron que detrás de la defección de Ebrard se
escondía un truco: una vez que ganara, le entregaría el poder a López Obrador.
Ebrard no era un rebelde, sólo era un caballo de Troya con
quien, en esas elecciones, el audaz Andrés Manuel pensaba hacer ganar su
proyecto teniendo no sólo un candidato, sino dos, uno en MORENA y el otro en la
oposición: Claudia y Marcelo.
Es decir, Andrés Manuel iba por todo, iba a “ganar - ganar”.
Todos los partidos tenían en mente esta jugada y por esa
razón ninguno abanderó a Ebrard, visto ya por todos como una manzana
envenenada.
Aquí, sólo es cuestión de preguntarse ¿de dónde salió el
dinero para el cabildeo en todos esos partidos y para ganar la simpatía de
todos esos actores políticos de peso?
Otis, en ese sentido, fue providencial y también hizo su
parte, ya que la generosidad con que el gobierno de AMLO trató al sector duro
de su base electoral en la costa guerrerense afectada fue un poderoso imán para
el resto del país que año con año también sufre estragos por los meteoros que
azotan sus regiones: todos querían esa ayuda en caso de necesitarla.
Estaba entretenida en esos constructivos menesteres cuando le
llegó la notificación de la ASE de que tenía que rendirle cuentas. Abelina se
negó. Después le fue promovido un juicio político y entonces se amparó.
MORENA no sólo hizo mutis, sino que se dividió, tomó partido
ya por la ASE ya por Abelina y permitió que la alcaldesa fuera literalmente
linchada por los medios oficialistas del felixato. Claudia Sheinbaum, fiel a sí
misma, se hizo a un lado en cada mañanera.
Cuando el problema amenazaba escalar vino la resolución de la
corte y, de momento, Abelina pudo respirar tranquila.
Sin embargo, al respecto, la praxis de MORENA y de Sheinbaum
tienen un poderoso tufo a demagogia: ¿cómo es que no detuvieron cuando menos el
linchamiento?, más aún: ¿cómo es que un gobierno de MORENA ataca con tanta
furia a otro gobierno de MORENA? Todo se debió al furor de los próximos
comicios, sí, pero para eso faltaba mucho y, además, existe la cohesión y la
congruencia partidista.
A Abelina, para ver si terminaba por confesar el verdadero
fin de todo ese dinero.
A Félix, para ver si continuaba siendo el cacique perfecto
para realizar cualquier acto descabellado que se requiriera en caso de alguna
emergencia.
Como a un par de títeres, AMLO, usó a ambos políticos para
medir el tamaño y el poder de su influencia en las políticas locales y para
enviar a todos los demás funcionarios bajo sus siglas el mensaje de que el
poder, el verdadero y único, lo tiene sólo él.
¿Abelina se robó ese dinero? Se puede decir que no, ya que es
imposible que una funcionaria de su nivel pueda realizar algo así sin la
anuencia de sus superiores.
Lo único que puede ser posible en casos así es que haya
tomado una parte para sí misma, pero no todo.
¿Con este acto de lealtad Abelina garantiza su salto a la
gubernatura de Guerrero? No. Todavía falta un año para que se designen
candidatos y el poder supremo morenista la necesita dócil y dispuesta a hacer
lo que sea por el partido. Al igual que a Félix.
¿Acapulco recuperará esos recursos?
Esa pregunta es muy interesante y su respuesta es un tanto
complicada y a la vez simple: Si para ganar con Ebrard o con Claudia se
requería echar toda la carne en el asador en las elecciones de 2024 y AMLO echó
toda la carne en el asador para garantizar la continuidad del proyecto
morenista, entonces puede decirse que sí, que Acapulco recuperará esos recursos
porque si bien MORENA no es un piquete de santos, cuando menos sus cuadros son
menos corruptos que los prianistas.
Claro, nada de eso es como para agradecérselos, pero como
suele decirse, “de lo perdido, lo encontrado”.
Ahora, la ciudadanía tiene que hacer que MORENA devuelva en
serio al pueblo “todo lo robado”.
Nos leemos en la crónica.
12 de septiembre de 2025