Abelina, el precio de la continuidad

Redacción
0

Yo, ciudadano

Gustavo Martínez Castellanos

En medio de una tormenta política de dimensiones similares a las de Otis, la alcaldesa de Acapulco llega a su cuarto informe de gobierno (el primero, de su segundo mandato) aún con la espada de Damocles sobre su cabeza ya que aún le falta librar el juicio político que le ha sido promovido por un exregidor acapulqueño.

Ya libró la acusación de desvío de fondos que le había promovido la Auditoria Superior del Estado de Guerrero (ASE) pues el Tribunal Superior de Justicia de la federación determinó que la ASE no tiene facultad directa para auditar recursos públicos de procedencia federal. Esta determinación, sin embargo, devino del TSJF bajo el mando de Norma Piña y como bien es sabido, a la alcaldesa le gusta sobornar jueces y Piña no se caracteriza por su honradez, por esa razón aún tenemos que esperar si el nuevo TSJF va a hacer algo al respecto.

Sin embargo, también es de esperarse que no pase absolutamente nada y no sólo porque MORENA ha demostrado con creces que en la Cuarta Transformación la corrupción lubrica muchos y muy importantes de los mecanismos que sostienen a su segundo piso, sino porque la narrativa de la desaparición de casi 900 millones de pesos que se le reprocha a Abelina expone que deviene de una historia muy especial, casi coyuntural, pero, eminentemente apegada al estilo de hacer política del ex presidente Andrés Manuel López Obrador.

Dicha historia no cuenta un acto transparente y a la luz, de hecho, tiene aspectos casi íntimos en el sentido de que en ella influye de forma determinante la personalidad del exmandatario y por esa razón hay que hacer observaciones que a fin de cuentas sólo nos permiten especular para poder armar todo el caso con cierta lógica.

El 24 de octubre de 2023 un poderoso huracán azotó y devastó Acapulco. Ante la magnitud de las pérdidas el gobierno federal hizo una aportación de casi 900 millones de pesos para obras de reconstrucción.

En el caos de los meses siguientes nadie sabe, nadie supo, de qué forma se gastó ese dinero, pero algunos actores políticos observaron que las acciones de reconstrucción del puerto fueron tan laxas y mínimas que no correspondían al monto del dinero aportado por la federación. Era presidente de la república Andrés Manuel López Obrador y en julio del año siguiente, se llevarían a cabo las elecciones para cambio de ejecutivo federal.

MORENA tenía varias “corcholatas” o candidatos para enfrentar dichos comicios, pero sólo dos de ellos tenían la posibilidad de ganar ante una alianza opositora que, de la mano de poderosos empresarios, había echado la casa por la ventana en materia publicitaria para construir la imagen de su futuro representante pues también había muchos nombres en su lista de candidatos a representarlos.

Es en ese periodo, el que comprende la designación de candidatos, que ocurre Otis y se da un movimiento extraño en el tablero político: Marcelo Ebrard, antiguo jefe de gobierno de la ciudad de México y aun secretario de Relaciones exteriores del gobierno de AMLO se lanza al ruedo y, al ver que las encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum en las filas de MORENA se separa de ese partido y busca representar a la oposición, en bloque o con un solo partido.

Fue una buena jugada pues Ebrard había quedado en segundo lugar en las preferencias dentro de MORENA y eso garantizaba una escisión en ese partido, misma que, manejada con mucha audacia podría hacer que Claudia Sheinbaum perdiera ante el excanciller.

Hubo muchos movimientos al interior del PRI, al interior del PAN, al interior del PRIAN, al interior del PRD e incluso, al interior de Movimiento Ciudadano, pues tener como candidato a Ebrard garantizaba una victoria más fácil que aquella que exigía el trabajo por armar a un candidato nuevo, aunque extraído de las filas de cualquiera de esos partidos.

Sin embargo, ninguno de esos institutos políticos mordió el anzuelo porque todos concluyeron que detrás de la defección de Ebrard se escondía un truco: una vez que ganara, le entregaría el poder a López Obrador.

Ebrard no era un rebelde, sólo era un caballo de Troya con quien, en esas elecciones, el audaz Andrés Manuel pensaba hacer ganar su proyecto teniendo no sólo un candidato, sino dos, uno en MORENA y el otro en la oposición: Claudia y Marcelo.

Es decir, Andrés Manuel iba por todo, iba a “ganar - ganar”.

Todos los partidos tenían en mente esta jugada y por esa razón ninguno abanderó a Ebrard, visto ya por todos como una manzana envenenada.

Sin embargo, para que en su momento el proyecto despertara simpatías fue necesario incentivar adecuadamente a todos los actores políticos involucrados. Y fue dinero bien invertido, aunque no rindió los frutos esperados, pues si bien ningún partido aceptó a Marcelo como candidato, muchos opositores empezaron a ver de forma más concreta que el futuro político de cualquiera estaba en MORENA y que la única forma de ganarse un lugar próximo en sus filas era jugando dobles papeles, apoyar tanto a Xóchitl como a Claudia. Y ganó Claudia.

Aquí, sólo es cuestión de preguntarse ¿de dónde salió el dinero para el cabildeo en todos esos partidos y para ganar la simpatía de todos esos actores políticos de peso?

Otis, en ese sentido, fue providencial y también hizo su parte, ya que la generosidad con que el gobierno de AMLO trató al sector duro de su base electoral en la costa guerrerense afectada fue un poderoso imán para el resto del país que año con año también sufre estragos por los meteoros que azotan sus regiones: todos querían esa ayuda en caso de necesitarla.

Abelina, blindada por AMLO, andaba por su feudo regañando a los maltratados acapulqueños, intentando que el poco dinero que había quedado no se le escapara de las manos, practicando una avaricia sin etiquetas y pidiendo a la ciudad que, aun arrodillada, pagara impuestos y otras cábalas tales como los sobornos a las dependencias recaudadoras o no, es decir, Tránsito, Reglamentos y espectáculos, Ecología, El ambulantaje y otros más.

Estaba entretenida en esos constructivos menesteres cuando le llegó la notificación de la ASE de que tenía que rendirle cuentas. Abelina se negó. Después le fue promovido un juicio político y entonces se amparó.

¿Cómo es posible que la protegida de AMLO fuera señalada por la ASE? La respuesta está nuevamente en los comicios: pasado el caos de Otis, el siguiente campo de batalla serían las elecciones de 2027 y Félix y su hija deseaban deshacerse de todo obstáculo para darle continuidad a la gestión de Evelyn seis años más. El único obstáculo era Abelina, así que le buscaron y le hallaron: no puede comprobar ni una sola obra realizada con los casi 900 millones de pesos otorgados para la reconstrucción.

MORENA no sólo hizo mutis, sino que se dividió, tomó partido ya por la ASE ya por Abelina y permitió que la alcaldesa fuera literalmente linchada por los medios oficialistas del felixato. Claudia Sheinbaum, fiel a sí misma, se hizo a un lado en cada mañanera.

Cuando el problema amenazaba escalar vino la resolución de la corte y, de momento, Abelina pudo respirar tranquila.

Sin embargo, al respecto, la praxis de MORENA y de Sheinbaum tienen un poderoso tufo a demagogia: ¿cómo es que no detuvieron cuando menos el linchamiento?, más aún: ¿cómo es que un gobierno de MORENA ataca con tanta furia a otro gobierno de MORENA? Todo se debió al furor de los próximos comicios, sí, pero para eso faltaba mucho y, además, existe la cohesión y la congruencia partidista.

La única respuesta radica en la personalidad del hombre fuerte de la Cuarta transformación, Andrés Manuel López Obrador, quien, obsesionado por la lealtad puso a prueba a ambos bandos para ver cuál lo traicionaba primero.

A Abelina, para ver si terminaba por confesar el verdadero fin de todo ese dinero.

A Félix, para ver si continuaba siendo el cacique perfecto para realizar cualquier acto descabellado que se requiriera en caso de alguna emergencia.

Como a un par de títeres, AMLO, usó a ambos políticos para medir el tamaño y el poder de su influencia en las políticas locales y para enviar a todos los demás funcionarios bajo sus siglas el mensaje de que el poder, el verdadero y único, lo tiene sólo él.

¿Abelina se robó ese dinero? Se puede decir que no, ya que es imposible que una funcionaria de su nivel pueda realizar algo así sin la anuencia de sus superiores.

Lo único que puede ser posible en casos así es que haya tomado una parte para sí misma, pero no todo.

¿El caso Abelina quedará impune? Sí. Mientras en los partidos políticos pulule una élite predadora y sumisa al poder supremo.

¿Con este acto de lealtad Abelina garantiza su salto a la gubernatura de Guerrero? No. Todavía falta un año para que se designen candidatos y el poder supremo morenista la necesita dócil y dispuesta a hacer lo que sea por el partido. Al igual que a Félix.

¿Acapulco recuperará esos recursos?

Esa pregunta es muy interesante y su respuesta es un tanto complicada y a la vez simple: Si para ganar con Ebrard o con Claudia se requería echar toda la carne en el asador en las elecciones de 2024 y AMLO echó toda la carne en el asador para garantizar la continuidad del proyecto morenista, entonces puede decirse que sí, que Acapulco recuperará esos recursos porque si bien MORENA no es un piquete de santos, cuando menos sus cuadros son menos corruptos que los prianistas.

Claro, nada de eso es como para agradecérselos, pero como suele decirse, “de lo perdido, lo encontrado”.

Ahora, la ciudadanía tiene que hacer que MORENA devuelva en serio al pueblo “todo lo robado”.

Nos leemos en la crónica.

12 de septiembre de 2025

Tags

Publicar un comentario

0Comentarios

Publicar un comentario (0)

#buttons=(¡OK!) #days=(20)

Nuestro sitio usa cookies para mejorar tu experiencia.
Accept !