¿Cómo se llama ese dolor?
¿Cómo se llama ese dolor que lleva a una madre a buscar, aunque sea un zapato del hijo o de la hija que un día salió y jamás volvió?
¿Cómo se llama ese dolor que la lleva a recorrer caminos y escarbar con sus propias manos?
Debe tener un nombre
/VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN
Acapulco; Guerrero, a 05 de mayo de 2025.- María -vamos a llamarla así porque por seguridad no se revela su nombre verdadero- María lo decidió: No se le quitaba nada y, tal vez…
Ante el anuncio escandaloso del montón de ropas y zapatos encontrados, junto con restos humanos calcinados, en un rancho en Teuchitlán, Jalisco, decidió llevar hasta allá su búsqueda y se fue.
Su hijo, Geovanny Rodríguez Deaquino desaparecido el 14 de junio de 2016; tenía 15 años y hoy, sábado 03 de mayo de 2025, lleva ya 19 años sin encontrarlo; “porque soy yo quien lo ha buscado, nadie más”, reprocha.
La tarde de su partida, Geovanny le dijo que iba a “echar la reta” a la cancha de usos múltiples en Chilpancingo.
Días antes, el adolescente le había comentado que unos hombres lo andaban siguiendo.
-No hicimos caso; en ese tiempo no sabíamos de desaparecidos en Chilpancingo, dice en medio de otras madres que, como ella, andan en busca de sus hijos o de sus hijas y que ayer conmemoraron en el zócalo de Acapulco los tres años de formación de la colectiva de madres buscadoras “Memoria, Verdad y Justicia”.
Pasaron las horas y Geovanny no volvía, pero le llamó por teléfono dos veces; la primera, para decirle que unos hombres lo habían subido a un carro, y la segunda, para avisarle que ya lo llevaban a su casa.
Desde entonces no lo volvió a ver.
-Lo busqué por todas partes, nadie me ayudaba, lo busco sola, dice con una amargura igual a la que sintió cuando se dio cuenta, al iniciar su búsqueda, de que lo mismo que Geovanny, muchos jóvenes de su edad estaban desaparecidos.
- ¿Y, por qué cree usted que se lo llevaron?, ¿cuál podría ser la explicación?
-Pues, yo pienso que lo reclutaron para ponerlo a hacer trabajos.
- ¿Por qué lo piensa así?
-Por la forma como desapareció; lo siguieron varios días, no me llamaron para pedirme nada y nunca tampoco me hicieron amenazas; simplemente se lo llevaron. Fueron unos hombres armados en un carro blanco, según personas que lo vieron en la cancha, comentó atribulada.
Su viaje a Teuchitlán fue en vano. El fiscal Gertz Manero y su personal ya se habían llevado todo y solo las pasearon por lo que se supone eran los cuartos en donde tenían gente reclutada, “sin que la autoridad haga nada”.
Regresó de ese rancho con las manos vacías.
Su búsqueda continúa, pero ya no está sola, la acompañan muchas otras madres cuyo dolor sin nombre las abraza y hermana.