ACAPULKO TROPIKAL
/MISAEL HABANA DE LOS SANTOS
La historia parece de esas que uno escucha en los cafés del
centro o en los pasillos de tribunales, pero no: es real. Una demanda laboral
que ha sobrevivido a todos los gobiernos —de Zeferino a la fecha— amenaza con
sacudir las finanzas de la CAPAMA. Y todo por una mentira convertida en
expediente legal.
Resulta que la demandante, una funcionaria de confianza que
pasó por varias administraciones, exige el pago de una liquidación que ronda
los 100 millones de pesos. Cien millones por un puesto que jamás pagó más de
cien mil al mes. Ni multiplicando años, ni sueños, ni favores se llega a esa
cifra. Pero así está el juicio, sostenido por papeles falsos y por la inercia
de las autoridades laborales.
El origen del fraude es casi de telenovela. La mujer —ya
mayor— necesitaba acreditar ante la embajada estadounidense que tenía un sueldo
alto para tramitar su visa. Pidió a su jefe inmediato una constancia
“ajustada”, y se la dieron. Esa hoja, escrita para cumplir un capricho
burocrático, terminó siendo el corazón de una demanda millonaria. El documento
fue después usado como prueba laboral. Y así empezó el absurdo.
Las instancias laborales han caminado sobre esa premisa
falsa, sin revisar su autenticidad, sin investigar el contexto. Por eso, el
Ayuntamiento y la propia paramunicipal deberían responder con una contra
demanda: por daños, por falsedad, por dignidad. No se puede aceptar que la
mentira se institucionalice.
Porque no se trata solo de un problema administrativo. Es una
inmoralidad social. CAPAMA se sostiene con el dinero de los acapulqueños, con
lo que pagamos por el agua —ese bien escaso que nos llega con suerte día de por
medio—. Que ahora de ahí salgan cien millones para pagarle a quien no los
merece es una afrenta.
Y todavía hay más: la demandante, según se sabe, es
funcionaria de Bienestar en Cuernavaca, Morelos, vinculada con otros personajes
que también trabajan en esa dependencia. Aquí en Guerrero tenemos morelenses
vinculados al perredismo corrupto de allá, uno de ellos es Pablo Gordillo.
Todo apunta a una red que opera desde la burocracia federal y
que busca, de paso, golpear a la alcaldesa Abelina López Rodríguez, a quien no
han podido tumbar ni con auditorías ni con titulares falsos.
Esto huele mal. Muy mal. Parece más un montaje político que
un proceso judicial. Y lo peor: amenaza con llevarse entre las manos los
recursos de la ciudad y la estabilidad del organismo que nos da el agua.
La CAPAMA debe defenderse, pero también la población. Porque
cada peso que se vaya por este fraude es un peso que se le quita al servicio
público, a las reparaciones, a las colonias que todavía esperan agua limpia. A
Capama hay que defenderla no solo de la corrupción interna de fama bien ganada
provenientes de sus funcionarios impresentables que ha tenido a lo largo de su
historia, sino también de su sindicato y trabajadores corruptos.
Y cierro con algo que sí merece reconocimiento: hoy mismo se
cubrió el socavón que se abrió en una avenida donde se realizan obras. Un hoyo
enorme, resuelto en menos de 24 horas. Felicidades a quienes todavía creen en
trabajar bien, sin trampas ni simulaciones.
Acapulco; Guerrero,
a 25 de octubre de 2025

