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| foto tomada de la red |
Yo, ciudadano
/GUSTAVO MARTÍNEZ CASTELLANOS
El desaire que los prestadores de servicios de playa de
Puerto Marqués hicieran al Acabús tiene tintes épicos desde que se tornó en
franca rebeldía y en un aparatoso desafío con contundentes muestras de rechazo.
Todo lo anterior puede sonar exagerado si no se toma en
cuenta la historia y la geografía del enclave.
Rodeado por la laguna negra, con una sola vía de acceso y de
salida y frente al mar, Puerto Marqués se erige como un territorio
inexpugnable: no hay manera de entrar ni de salir si no es por esa pequeña
carretera o por agua, es decir, por la laguna negra, en lluvias infestada de
cocodrilos o por la playa, misma que resulta ser el foco de una pequeña bahía.
Numancia o Masada, Puerto marqués sabe que el imperio de la
4T no ingresará a su territorio mientras todos sus pobladores permanezcan
unidos y en pie de guerra.
Sobre su historia no hay mucho qué decir. A la sombra de su
hermana mayor, Acapulco, fue nombrada "Del marqués de Valle de
Oaxaca", en honor a Hernán Cortés y territorio de su marquesado en pago a
sus servicios a la Corona española. Su ascenso político económico inicia cuando
se erige como punto de desembarque de contrabando durante todo el comercio de
la Nao de Manila y continúa durante las guerras de independencia como punto de
contrabando de armas y municiones para ambos bandos.
Durante casi todo el S XIX permanece en el olvido hasta que
se descubren yacimientos de oro en Costa Chica, metal que se transportaba a
Acapulco por vía marítima para, más tarde,
se embarcaría en el tren que Porfirio Díaz pensó tender para unir todos
los puertos del Pacífico mexicano hasta California.
El proyecto se vino abajo con la gesta de Revolución iniciada
en 1910 y, de nuevo, la pequeña rada, volvió al anonimato.
Hasta el segundo tercio del S XX cuando detona el turismo y
se decide erigir el tercer aeropuerto de Acapulco, esta vez, en Plan de los
Amates.
Con la internacionalización del puerto, los marquesanos
hicieron de su enclave una fortaleza, por principio de cuentas al servicio de
los cacicazgos del PRI y más tarde con los gobiernos que mas les ofrecieran.
Respetable nicho de votos, Puerto Marqués recibe todo lo que
le ofrecen, pero aparte de votos no ofrece ni otorga nada.
Sabiéndose políticamente necesario, inexpugnable y, además,
fuertemente demandado por el turismo, Puerto marqués sabe que puede regirse por
sus propias reglas.
Y lo sabe tan bien que lleva décadas maltratando al turismo,
su principal fuente de ingresos, y aun así el turismo sigue llegando.
Candidatos a gobernadores y alcaldes lo visitan en campañas
electorales y Puerto marqués promete votos a cambio de mejoras y libertad. Así
ha prosperado durante más de medio siglo.
La 4T, en cambio, piensa que con demagogia va a doblegar el
espíritu belicoso de los marquesanos porque aún confía en el "efecto
AMLO".
Y se equivoca: Puerto marqués sabe que no necesita ni al
municipio ni al estado ni a la federación mientras su bahía continúe reportando
alta rentabilidad cada temporada vacacional.
En el caso del Marinabús la federación pensó que Puerto
Marqués le agradecería la deferencia de ser el puerto de enlace, pero se
equivocó: Puerto Marqués, no necesita del Marinabús para subsistir. Es una
república por sí misma. Es un estado dentro del Estado.
No es un marquesado, es un principado y, ante los amagues de
la federación por llevarse el Marinabús a Pie de la cuesta, Puerto Marqués ha
de reírse de esta forma: "Llévenselo a donde quieran, mientras no nos
cumplan lo prometido, en Puerto Marqués esa cosa no tendrá dónde atracar".
Y así es, la semana pasada, con una flota de motonáuticas,
lanchas, pangas, canoas y piraguas maniobrada por bravos costeños, Puerto
Marqués le dijo a la 4T: "Este es territorio libre. Aquí no ingresas hasta
que pagues las correspondientes alcabalas".
Y como la 4T ya se acostumbró a obtener todo sólo con
promesas y corrupción, lo más seguro es que el Marinabús termine pudriéndose en
el muelle que tiene frente al bien cuidado Jardín del puerto en el malecón de
Acapulco.
Nos leemos en la crónica.
Acapulco, a 06 de noviembre de 2025

